Asma: cómo actuar ante una crisis de asma

El asma es una enfermedad inflamatoria crónica de las vías respiratorias. Cuando se produce una crisis asmática el paciente experimenta dificultades respiratorias fuertes, opresión en el pecho acusada, e incluso tos y respiración sibilante (conocida como sibilancias o “pitos”). Ante una situación de crisis de asma el paciente o su entorno deben actuar de forma inmediata.

Entre un 5 y un 15% de la población padece Asma y, según datos de la OMS, es la enfermedad crónica más frecuente en niños. Su aparición está ligada a una predisposición genética que, al entrar en contacto con determinadas sustancias o agentes alérgenos (polen, ácaros, pelo de animales, etc.) provoca la inflamación de los bronquios.

El comportamiento de esta enfermedad puede ser muy variable, alternándose periodos sin molestias con otros en los que éstas aparecen varias veces al día o a la semana con mayor o menor intensidad. En función de cómo se manifieste la duración e intensidad de estas molestias, hablaremos de asma intermitente o persistente, siendo la primera aquella caracterizada por tener periodos en los que la enfermedad no se manifiesta, mientras que la última carece de fases libres de enfermedad.

Las crisis asmáticas ocurren porque el revestimiento de los bronquios está más irritado e inflamado que lo habitual, como consecuencia de ello las vías respiratorias se estrechan y el flujo de aire que debe salir y entrar en los pulmones disminuye. Los pulmones, con frecuencia, segregan una mucosidad que obtura parcialmente las vías respiratorias. Los músculos que hay alrededor de estas vías se contraen, estrechándolas todavía más. Estos problemas que afectan a los pulmones y las vías respiratorias dificultan tanto la inspiración (tomar aire) como la espiración (expulsar aire).

Para ser capaz de controlar una crisis asmática es necesario conocer cómo la enfermedad se manifiesta en tu cuerpo. Identificando esas señales y disponiendo de un plan de prevención, tendremos mayor capacidad para evitar el desencadenamiento de los síntomas más agudos de la enfermedad.

Controlar una crisis de asma

Puesto que el asma viene dado por la inflamación en los bronquios producida por un agente alérgeno, lo habitual será evitar en la medida de lo posible el contacto con tales agentes, impidiendo así las probabilidades de aparición de una crisis. Esto es lo que se conoce como control ambiental. Como esto no siempre es posible, para poder controlar una crisis de asma es fundamental identificar cuáles son los síntomas que llevan al desencadenamiento de la misma. Aunque no existe un patrón único para cada paciente, los principales síntomas que nos alertarán sobre el advenimiento de una crisis asmática son:

  • La aparición de disnea, o dificultad respiratoria (sensación de ahogo).
  • Sensación de opresión en el pecho.
  • Tos persistente y generalmente seca.
  • Presencia de pitidos o ruidos en el pecho cuando respiramos (sibilancias)

Por otra parte tenemos a la medicina de nuestro lado, y con la medicación adecuada podemos controlar las consecuencias asmáticas. Puesto que con el asma hemos visto que los bronquios se inflaman y se estrechan, existen tratamientos específicos para estas 2 sintomatologías.

  • Para aliviar las molestias respiratorias derivadas del estrechamiento de los bronquios, se utilizan medicamentos que ayudan a dilatar a aquellos.
  • Para disminuir la inflamación que sufren los bronquios en el proceso del asma, hay que tomar de forma permanente medicamentos que controlen esa inflamación bronquial.

La vía inhalada es la vía de elección para la administración tanto de antiinflamatorios como broncodilatadores mediante inhaladores, que lo que hacen es facilitar la llegada del medicamento directa al bronquio, con lo que se precisa menos dosis de medicación y los efectos secundarios se reducen significativamente.

¿Cómo realizar una buena inhalación?:

  • Cuando sea posible, de pie o sentado en posición vertical mientras utilice el inhalador.
  • La dosis para inhalación está disponible sólo cuando la tapa está totalmente abierta.
  • Abrir la tapa, inhalar y cerrarla secuencialmente activa el mecanismo del contador de dosis.
  • Cierre siempre la tapa totalmente y no la abra si no lo necesita.
  • Inhale respirando de una manera rápida y profunda a través del inhalador. Se aconseja una respiración contenida durante 5-10 segundos (o tan larga como pueda) antes de espirar. De esta forma, asegura que el medicamento llegue bien a los pulmones.
  • Evite espirar a través del dispositivo, antes o después de la inhalación de la dosis, ya que esto afecta a su eficacia.
  • Enjuáguese la boca o haga gárgaras con agua o bien cepíllese los dientes después de realizar la inhalación.

Para más información:

Guía Española para el Manejo del Asma (GEMA) http://www.gemasma.com/

 

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