No quiero estar más aquí

Alexa para!!! Alexa, PARA! me ha oído por fin. Son las 7, al menos eso creo. Ya, ya estoy despierto, aunque posiblemente ya lo estaba, o casi. Tengo tanto que hacer hoy que no debo estar un minuto más en la cama. Además es lunes, que ilusión! Me encanta mi trabajo! o no es trabajo? bueno si, un poco. Además tengo que comprarme un pantalón nuevo, que éste está bien pero, bueno, no me viene mal, qué ilusión! Y si de paso a la hora de comer me voy a dar una vuelta por El Corte y seguro que algo más cae. Por cierto, el fin de semana debería ir a Patones a dar una vuelta con Duque y de paso veo a mis padres y a algún hermano que parará por allí, que ilusión!!  Me intento ilusionar con todo, no, lo consigo.

Así que me meto en el CH-R, recorro los 31 Km que me separan de la farmacia, de pronto un pensamiento, un recuerdo de alguien. En muchas ocasiones se me pasan por la cabeza personas que han pasado por la farmacia, que ya se han ido, que han compartido momentos conmigo.

Cuantas veces vino a verme, casi todos los días o todos los días diría. Buenos días Fernando, te voy a hacer una bufanda de lana que te va a encantar. A las dos semanas aparecía con su bufanda que caía alrededor de mi cuello como fundiéndome en un abrazo de calor y cariño.

-Dame un abrazo, te lo agradezco muchísimo!
-No, no me abraces que sudo mucho
-Dame un abrazo, eres maravillosa
-Me voy, que aquí estoy molestando
-Nunca molestas

Se va, se va a su casa o algo parecido a un sitio donde dormía y estaba el menor tiempo posible. No podía estar, no lo soportaba, algo había que le angustiaba o muchas cosas. Cuantas veces me la imaginaba en la soledad de su estancia, acompañada pero sola, sufriendo y pensando, pensando en qué?

Venía cada día, a veces lloraba, a veces me consultaba alguna duda de algo, a veces contaba una pequeña riña que había tenido con alguna vecina que luego solucionábamos entre los tres poniendo a cada una de ellas una pequeña mentirijilla como «si te quiere mucho anda» y todo se arreglaba.

-Fernando no puedo más, me quiero ir a mi tierra, me quiero ir de aquí, no aguanto más.

Otro día vino con una radio, una radio de esas antiguas, de esas que tiene el altavoz delante con dos botones a los lados, de esas que son como una caja de madera, esas radios que no te compras pero que te encantan y dices ¿para qué voy a comprarla?. Pero ella me la trajo, tenía una radio de esas antiguas para mí. Me ilusionó mucho, la abracé, la agradecí, como siempre.

-¿por qué me traes tantas cosas?
-Es el único sitio que me reconforta, dijo en aquella ocasión con voz queda.
-me voy a ir a mi tierra, he decidido irme a mi tierra, en breve, no quiero estar más aquí.
-bueno, ya te irás, ya te irás, estate tranquila

¿y cuando no hay ilusión qué pasa? cuando te levantas y no sabes por qué te levantas, cuando sales a la calle para nada, cuando no hay fin de semana en ningún pueblo ni a nadie a quien ver o a quien ves le desprecias como a un enemigo que comparte tu vida. ¿Qué ocurre entonces? ¿Qué se puede hacer cuando no se puede hacer nada?

Un domingo cualquiera, de esos que no haces nada, suena el teléfono, de pronto, mientras miras la pantalla del móvil viendo quien es, tienes un presentimiento, no, por favor, no!. Una voz angustiada, entre sollozos, gritos callados y lágrimas te comunica lo que no quieres oír. Se ha ido a su tierra, se ha ido voluntariamente para siempre. Unas pastillas la transportaron a su tierra, donde quería estar desde hace algún tiempo, desde hace mucho tiempo y no se atrevió, se fue a una tierra de paz y harmonía donde no tenía que pelear con nadie, ni escuchar a nadie, ni sufrir nunca más.

Muchas veces en la calma de la farmacia, en la mitad del océano mientras todos duermen, me pregunto por qué no lo vi, si pude hacer algo más por ella, si era imposible hacer nada tal vez intentando liberarme de una responsabilidad o complicidad. Me sale alguna frase ¿Ahora te das cuenta lo que quería decirte, imbécil?

Pasado el tiempo la recuerdas cada día, miras la radio antigua, sonríes  pensando que es lo que quería, su voluntad y dejar su pequeño legado para que la mantuviéramos viva en sus cosas. Te deseo con todo mi corazón que seas feliz allá donde estés.

In memoriam, no te olvido

 

Gracias L

 

Compártelo con tus amigos:

Deja un comentario

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *

Uso de cookies

Este sitio web utiliza cookies para que usted tenga la mejor experiencia de usuario. Si continúa navegando está dando su consentimiento para la aceptación de las mencionadas cookies y la aceptación de nuestra política de cookies, pinche el enlace para mayor información.plugin cookies

ACEPTAR
Aviso de cookies