Un día más amanece en mi pueblo, en mi pueblo y en cualquier otro pueblo y en todos los barrios de Madrid. Barrios donde vive gente con su día a día, barrios donde suceden historias de cada día, historias para contar o para callar, barrios con problemas, barrios anónimos o barrios ignorados.
En mi pueblo un farmacéutico se levanta como cada mañana, Alexa ya ha callado y ha hecho su función. Va a la ducha mientras le sigue una sombra oscura de cuatro patas, fiel, cercana y compañera de camino, esbozando su sonrisa matutina cuando le ve y se da cuenta que ya se ha puesto en marcha.
Ya, en primera persona, bajo corriendo para dar de comer al Duque, me sigue veloz hasta el cubo donde tiene su comida, como vigilando para que no le falte nada de su ración de desayuno. Le observo unos instantes mientras come, moviendo sus orejitas y con la cabeza agachada sobre el bol de pienso. Acaba y me regala una mirada mientras termina de engullir su última galletita. Me despido de él y salgo de mi casa dejando una escena melancólica por mi marcha.
Entro en mi CH-R, ignición, conecto todos los sistemas, todas las luces se encienden como por arte de magia, todos los testigos dan su señal indicando que todo está bien. Entrando en pista para despegue, suelto el freno y empezamos a recorrer los 31Km que me separan de la farmacia. Navegación en calma, es verano, no tenemos mucho tráfico, autopista serena. Me dispongo a entrar por el barrio, 25 minutos de vuelo cuando llego al semáforo en rojo que te frena cuando sales de la autovía. Mientras estás parado esperando la luz verde, observas los coches de alrededor, los peatones que cruzan ante tu vehículo parado aprovechando su luz verde. Me quedo observando la gran mole de ladrillos de la izquierda, un bloque enorme construido al pie de la autovía, una mole donde viven… no sabría muy bien decir cuantas personas, casi como si estuvieran apiñadas, un edificio que me recuerda a una colmena, con ventanas pequeñas, con portales que se limitan a una puerta a la altura de la pared, con coches apiñados, con sillas de bares de plástico, de esas que tienen escrito alguna marca de bebidas y que andan por allí esperando que alguien se siente para tener una pequeña tertulia en la calle. La mole, una pared de ladrillos enorme, construida sin mucha intención y con poco gusto diría yo, plana, sin salientes, con una pequeña calle de única dirección que se introduce hasta que se te pierde la vista y con salida por el fondo cuando se rodea todo el edificio por dentro. Un edificio con vistas a la autovía.
Es un barrio difícil, con problemas, con personas en su mayoría sin trabajo, dedicados a buscarse la vida como pueden, relegadas a una especie de gueto, de diferentes orígenes que algún político decidió realojar en este espacio, separadas del barrio pero integradas dentro de él. Muchos de ellos despreciados por su raza y condición, estigmatizados. También personas de origen humilde, personas ancianas que han sufrido el ataque implacable de la pandemia, buenas personas, de muy buen corazón, alejados de ser miserables, personas de las que he aprendido mucho.
Muchas veces he bajado a ayudar en este barrio humilde, temido por algunos, despreciado e ignorado por otros. He tenido la oportunidad de conocerlo, de entrar y conocer a muchas personas que viven allí. Personas a las que pude ayudar infinidad de veces llevándoles medicinas en la pandemia, aterrorizadas por salir a la calle, viviendo en casas pequeñas, confinadas en espacios pequeñas, siendo varios de familia.
El semáforo cambia su color, aprieto el acelerador y subo toda la calle que me lleva directa a la farmacia. Mientras voy pensando los contrastes que se dan en mi barrio. Veo personas humildes, con dificultades, personas ancianas que han tenido hijos en la droga, que fallecieron en esos terribles 80, con aspecto triste, personas más jóvenes que se buscan la vida en lo peor de la sociedad o viviendo de una pensión que llaman vital. Por otro lado veo un entorno feliz de pisos bien construidos, entre jardines con gran variedad de árboles, pisos donde ha vivido un cantante muy famoso y que no paran de recordarlo como para sentirse aún más orgullosos de donde viven.
Pero cerca de allí hay más barrios, barrios con problemas, barrios donde vive gente que nadie quiere, barrios ocultos con una entrada y una salida, barrios ignorados.
Gracias L