Amanece en mi pueblo, amanece como cada día, como todos los días, de la misma manera, sale el sol, entra la luz por la ventana rompiendo la oscuridad que ha dejado la noche. Amanece también para muchas personas e igualmente, lo hace de la misma manera. Para muchos demasiado pesado, para muchos sin cambios, para muchos una monotonía constante.
Suena Alexa, suena Alexa, -para Alexa! Por fin para. Unos pasitos se acercan hacia mí, veo unos ojos que me miran profundo, un suspiro intenso llega hasta mi cara, un hocico, unas orejas peludas. Salgo de la cama hacia la ducha, el Duque detrás, noto como me siguen a lo largo de los pocos metros que tengo que recorrer. Mientras me ducho pienso en mi día a día, pienso en lo que tengo que hacer hoy, como me siento, las alegrías que me da la vida y las personas que me hacen feliz y las que me hacen muy feliz.
Salgo de casa, no muy lejos veo mi CH-R, gris oscuro, brillante, con su característica línea. Abro la puerta, ignición, luces por todas partes, las agujas del cuadro se colocan en su lugar para marcar los parámetros para las que están destinadas. Palanca en D, mi aeronave avanza sin ruido, puedo oír el roce de las ruedas sobre el asfalto. Poco a poco me dispongo a recorrer los 31 Km que hay hasta la farmacia. Vuelo sin novedades, tráfico terrestre intenso en M-30, aterrizaje por pista sur hasta la puerta de la farmacia.
Hoy reflexiono sobre las vidas de las personas que entran en la farmacia, sus vidas, sus distintas circunstancias, si son felices, si cambiarían algo, si cambiarían todo. Seguro que alguno pediría una máquina del tiempo, una máquina que me hiciera volver atrás, cambiar alguna decisión que tomaron, pero no para volver a vivir otra vida, simplemente para estar aquí y ahora en otra circunstancia, con otras personas, con otras parejas, con otro… cualquiera sabe. Voy a inventar una mirada al futuro, quiero crear una ventana que me mire, que nos mire y nos diga lo que debo y lo que no debo hacer, que me vea si soy feliz o el más desdichado de este mundo.
Pienso en las personas que están encerradas en su propia vida, pienso en personas que no son felices, que vienen pensando a la farmacia, que buscan su espacio de felicidad en algún rincón de su vida. Por la mañana oigo alguna crítica hacia alguna persona. Quienes somos nosotros para juzgar la vida de nadie, quienes somos para criticar lo que hace uno u otro. ¿Por qué no subes a sus zapatos?, ¿por qué no subes a su tren y miras lo que ve por la ventana?
Imagina a alguien viajando por una vía, en un tren, sin entretenimiento, viendo pasar el paisaje por la ventana, observando las maravillosas escenas de pueblos, ciudades, viendo a sus gentes, cómo disfrutan, comiendo en restaurantes, viendo como brillan sus ojos de júbilo, con sus parejas, amigos, hijos, sintiendo su felicidad desde tu ventanilla del tren. Viendo como pasa su vida, cómo no hay nada en su tren que le llene su vida, en un tren sin paradas en lugares preciosos, sin paradas en lugares con luz donde todos querríamos estar, sin paradas, simplemente haciendo lo de siempre, camino hasta el fin de la vía, sin nada que te llene de luz. ¿Quién no querría salir de ese tren? Un tren en ocasiones lujoso, pero sin felicidad.
Quienes somos nosotros para juzgar a nadie que quiera salir de ese tren, quienes somos nosotros para criticar a alguien que lucha por cambiar a un tren con paradas, un tren en el que salgas a esas ciudades de luz, un tren compartido con personas que hagan que respires con profundidad y te devuelvan a la vida. Que sientas pasiones, sensaciones, que no tenías hace años. Que tu vida torne a color desde fondo gris.
¿Quiénes somos nosotros?
Gracias L