El gato

Introducción

El gato, o Felis silvestris catus1, es una subespecie de mamífero carnívoro perteneciente a la familia Felidae.
Hay docenas de razas, algunas de ellas incluso sin pelo o cola, pero se puede afirmar que las diferencias entre ellas suelen ser mínimas a excepción de la apariencia externa.
Son depredadores por naturaleza, de hecho, uno de los depredadores más efectivos del reino animal, y tienen más de cien especies como presas potenciales. Su agilidad y unos sentidos muy desarrollados hacen que puedan cazar desde pequeños roedores, a insectos, serpientes o pájaros.
Es el animal de compañía más numeroso del mundo, con una población estimada de 600 millones de ejemplares. Solo en España se estima que hay 3,8 millones de gatos, con una tendencia al alza debido a su mejor adaptabilidad al ritmo de vida actual de los humanos.
Contrariamente a lo que se pensaba, el gato está en convivencia con los seres humanos desde hace 9.500 años, periodo muy superior a los 3.500 a 5.000 que tradicionalmente se estimaba. Las evidencias arqueológicas indicarían que uno de los primeros lugares de domesticación sería la isla de Chipre. Luego, hace quizás unos 3.500 años, y probablemente a través de comerciantes fenicios, se introdujo desde el Antiguo Egipto al gato por toda Europa.
Desde entonces, el gato ha tenido un lugar privilegiado en muchas culturas, llegando al status de deidad en algunas civilizaciones como la egipcia, japonesa, china o escandinava.
Los efectos de la domesticación del gato parecen ser modestos en comparación con otros mamíferos como el perro, debido principalmente a su reciente historia de domesticación, el aislamiento limitado de los gatos domésticos con poblaciones silvestres, y la ausencia de una fuerte selección para trabajos específicos, ya que el gato fue domesticado principalmente por su capacidad de mantener controlados los roedores y alimañas que se comían los granos de los asentamientos humanos.

Anatomía básica

El gato es un animal cuadrúpedo de entre 2,5 a 7kg de peso, y una altura de 80 a 100cm de nariz a cola y de 20 a 25 cm de alto.
Los gatos domésticos machos suelen vivir entre los 12 y 14 años, mientras que las hembras suelen vivir uno o dos años más. Tienden a vivir más tiempo si se les restringe la salida al exterior o se les esteriliza. No en vano, la esperanza de vida de los gatos callejeros no supera los 2 años de vida.
Debido a su morfología, tienen una prodigiosa agilidad para su relación tamaño/peso corporal, como la mayoría de sus parientes felinos. Esto, unido a unos sentidos muy desarrollados, hacen del gato un depredador casi perfecto.
No presentan muchas diferencias en las funcionalidades básicas con los seres humanos, ni tampoco una gran diversidad de razas como puede observarse en los perros. De hecho, tampoco tienen una diferenciación muy potente con sus antepasados los gatos monteses, salvo modificaciones de células de la cresta neural relacionadas con la docilidad del gato a consecuencia de su domesticación.

La piel

La piel y el pelo de un gato representan uno de los sistemas más importante de su cuerpo, ya que, además de constituir una barrera anatómica esencial y ayudar a mantener una temperatura corporal constante, su excelente sentido del tacto depende también de este órgano.
Es más fina que la de los perros, con un rango de espesor de 0,4 a 2mm, y un pH más ácido que el de los humanos, de 7 a 7,5. Los gatos tienen dos capas de piel, una interna que aísla y cubre y una externa que mantiene al gato seco. Es más gruesa en el dorso y la parte proximal de los miembros, y más fina en la parte distal de estos y en el vientre. De hecho, esta fina piel en las almohadillas de las patas hace que puedan detectar presión o incluso temperatura a través de ellas.
Una función importante del pelo y la piel es la termorregulación. El pelaje espeso y la capa de tejido conjuntivo subcutáneo rica en adipocitos protegen al gato de las bajas temperaturas.
El sistema vascular cutáneo también ayuda en este proceso, ya que almacena grandes cantidades de sangre y puede influenciar por vasodilatación o vasoconstricción que previenen una pérdida excesiva de calor desde la circulación. La temperatura normal en un gato va desde 38,3 hasta 39º, más de 39,5 se considera fiebre.
Los gatos tienen un medio particular de disminuir su temperatura corporal ya que las glándulas sudoríparas no son capaces de contribuir a la termorregulación (salvo las localizadas en las patas). Humedecen constantemente su pelaje lamiéndolo, lo que permite obtener un efecto refrigerante gracias a la evaporación de la saliva desde la superficie cutánea.
Un gato puede tener de media 200 pelos por cm2, divididos en subpelo y pelo de cobertura que nacen en matas de poros individuales, y pelo de guarda, que crece por separado. En los cambios de estación mudan el pelo, pero cada pelo nuevo nace en el mismo folículo expulsando al antiguo.
El pelo protege a los gatos de agentes externos, les permite comunicarse con el entorno y les protege de patógenos gracias a glándulas sebáceas que también aportan brillo. Estas glándulas se encuentran en gran cantidad alrededor de los labios y sobre el mentón, donde ejercen un papel sobre el marcaje territorial cuando el gato frota la cara contra objetos y seres humanos.
Además, todo el pelo, sobre todo el de guarda, está conectado al sistema nervioso, lo que hace que el gato tenga un gran sentido del tacto y sea sensible a cambios en el entorno.
Con respecto al color, pueden ser de un solo color, de dos colores, o incluso de tres colores, aunque esta singularidad está reservada para las hembras ya que está los genes responsables del color están situados en el cromosoma X (y, por lo tanto, solo podrá ser hembra un ejemplar XXX).

La cola

La cola es el apéndice más posterior de la columna vertebral y se extiende más allá del cuerpo. Al igual que en los perros, aunque con una menor incidencia, la cola representa un elemento importante de comunicación en los gatos. Tiene también una función estabilizadora muy importante sobre todo ante caídas o movimientos rápidos.

 

Aparato locomotor

El aparato locomotor de los gatos es un sistema complejo que tiene como función mantener la estructura del cuerpo y realizar el trabajo mecánico (movimiento). Lo conforman en su mayoría el esqueleto (base rígida y estructural) y los músculos (esfuerzo mecánico y locomotor). El sistema muscular del gato es uno de los más grandes de su organismo y forma su estructura básica, lo cual le permite todas sus capacidades felinas. Este supone casi la mitad del peso del animal, y les confiere una extraordinaria fluidez y rapidez en sus movimientos, además de una gran potencia para saltar, trepar o agarrarse.
Todos los músculos están controlados por un centro de información altamente desarrollado en el cerebro. De hecho, la proporción del peso del cerebro del gato con respecto al de su cuerpo es superior a la mayoría de los mamíferos, a excepción de simios y humanos.
El esqueleto del gato presenta 244 huesos7 salvo excepciones, frente a los 206 de los seres humanos. El rasgo más característico del esqueleto felino es la flexibilidad de su espina dorsal. Mantienen dicha flexibilidad debido a la unión relativamente suelta de las vértebras, separadas, como en los humanos, por discos.
Además, no tienen clavículas como las de los seres humanos en los hombros, sino que flota libremente, estando los omóplatos unidos al esqueleto principal. Todo se mantiene unido por ligamentos y músculos, permitiendo a los hombros una mayor libertad de movimientos.
El hueso maxilar es ancho, y tienen 30 dientes provistos de una corona de puntas agudas. Una característica peculiar de los gatos cuando caminan es que mueven los miembros de un solo lado a la vez, y las patas traseras se colocan casi en el mismo sitio que la pisada de la pata delantera que lo precede.

Órganos internos

Los órganos internos y los aparato circulatorio, respiratorio, urinario y reproductor son iguales en todos los gatos, y muy similares a los de los humanos. No ocurre lo mismo en los órganos sensoriales.

El aparato digestivo si muestra ciertas diferencias con respecto al del hombre, aunque no tan importantes como ocurría en los perros.
Ingieren la comida por la boca, mezclándola con su saliva y dirigiéndola por el esófago al estómago. Ahí está uno de los puntos diferentes con respecto al sistema digestivo del ser humano, sus jugos gástricos son mucho más potentes. Su estómago está hecho para digerir pequeñas presas, así que sus enzimas digestivas son también bastante potentes. Todo aquello que no puede digerir como plumas o pelo se suele acumular en el estómago y los suele regurgitar. Del estómago pasa al intestino, que hace las funciones de absorción de nutrientes, pero que es más corto en comparación con perros o seres humanos. Su digestión no suele durar más de 20 horas.
Otra diferencia importante es que su hígado es el órgano más grande y a pesar de ello, es menos efectivo para desintoxicar que el de un humano o un perro.El gato, en su conjunto, es uno de los animales con las mejores capacidades sensoriales. Sus sentidos del olfato y del oído son superiores en muchos aspectos a los de los seres humanos en muchos aspectos, pero si les sumamos unos avanzados receptores de la visión, tacto y gusto, lo hacen unos mamíferos con un sistema sensorial más sofisticado.

Vista

Diferentes análisis indican que su visión es superior a la de los humanos durante la noche e inferior durante el día. Como los perros, posee un tapetum lucidum que refleja la luz adicional hacia la retina. El gato tiene la capacidad de utilizar al máximo la luz visible tenue y además existe la certeza de que pueden ver en el infrarrojo cercano.
En promedio poseen un campo visual estimado de 200º, frente a los 180º de los humanos. Aparentemente, pueden diferenciar ciertos colores: perciben el color verde y son sensibles a longitudes de onda en el rango azul-violeta y amarillo-verde.
Poseen un tercer párpado, la membrana nictitante, que actúa como protección adicional. Si un animal muestra su tercer párpado crónicamente se debería derivar a un veterinario para su revisión.

Oído

Los humanos y los gatos poseen un rango de audición similar, aunque estos pueden oír sonidos a tonos mucho más agudos, incluso mejor que los perros.
Pueden rotar la orejas de forma independiente para precisar el origen del sonido, lo que les da una inmejorable noción del entorno cercano en el que se encuentran.

Olfato

El sentido del olfato en el gato doméstico es 14 veces más fino que el del ser humano, además de poseer el doble de células olfativas de promedio.
Está estrechamente ligado al sentido del gusto y también es un elemento clave en la socialización de los gatos. Esto es debido a un órgano sensitivo en el paladar que se conoce como órgano de Jacobson, mediante el cual procesan los olores a través de una ruta diferente a su olfato. Esto les permite saborear por el olfato mediante un movimiento facial característico llamado reflejo de Flehmen, que envía compuestos químicos a dicho órgano.
En un análisis del genoma de los gatos en comparación con los perros se observa que los gatos se comunican quimiosensorialmente a través de feromonas. Por el contrario, tienen una menor capacidad funcional para localizar presas o cazar a través de dicho sentido.

Gusto

Un gato adulto cuenta con alrededor de 500 papilas gustativas, frente a las casi 10.000 que poseen los humanos. Diversos estudios ponen de manifiesto que no pueden percibir el sabor dulce debido a la falta de un gen receptor.
Contrariamente a los perros, el sentido del gusto de los gatos se localiza en la punta de la lengua, lo que les permite probar alimentos sin tener que tragarlos.

Tacto

Uno de los elementos fundamentales en el sentido del tacto de los gatos son las llamadas vibrisas, un tipo de pelos rígidos especializados como elemento sensorial táctil. Son confundidos con bigotes, y se encuentran en el labio superior y algunos en las mejillas, sobre los ojos y en el mentón.
Transmiten impulsos eléctricos relacionados con impresiones táctiles a la región somatosensorial de la corteza cerebral, también denominada “región de barriles”. En el cerebro, cada vibrisa tiene asignado un “barril».
Pueden detectar pequeñas variaciones en el viento, permitiéndoles saber si están ante algún obstáculo sin necesidad de visualizarlo gracias a una raíz muy sensible. Las vibrisas superiores se pueden mover de forma independiente a las inferiores.
Cuando la luz es tenue, confían más en la información de sus cerdas sensitivas que en la visual, ya que al tener las pupilas completamente dilatadas ante la falta de luz se reduce su capacidad de enfocar objetos cercanos.
Incluso recientes estudios demuestran que utilizan sus vibrisas para saber si una presa que han mordido está ya muerta, abrazando o rodeando estas el cuerpo de la víctima. Este fenómeno protege al felino de eventuales mecanismos de defensa por parte de la presa.

Interacción social con humanos y otros animales

Etológicamente, los gatos ven a los humanos como a sustitutos de sus madres, viviendo en una especie de prolongación durante su madurez de la época en que son cachorros.
Al contrario de lo que se suele suponer, en estado salvaje el gato es un animal muy social, que llega a establecer colonias más o menos jerarquizadas.
Los gatos conservan energía durmiendo más que cualquier otro animal. Es común en ellos largas siestas de muchas horas. Debido a su naturaleza nocturna, frecuentemente entran en un periodo de hiperactividad y alegría por la tarde.
Los gatos se comunican a través de sonidos, generalmente maullando o ronroneando, pero los olores juegan un papel muy importante en su interacción con otros animales.
Al sudar por la patas, sus pisadas dejan un olor imperceptible para los humanos pero no para los de su misma especie. El olor potente de la orina de gato es una parte más de su lenguaje social. Es también por ello, sobre todo en épocas de celo, que restriegan su cara y lomo contra superficies y humanos, marcando el territorio o dejando un rastro de su olor.

Nutrición en el gato

A diferencia del perro, el gato es un carnívoro estricto, tanto desde el punto de vista zoológico como evolutivo.
Su necesidades pasan por una alta cantidad de proteínas de origen animal y un aporte de aminoácido esencial, la taurina, que son incapaces de sintetizar a partir de otros como si hacen seres humanos o perros.
También necesitan más grasas y sobre todo algunas vitaminas (A, B1, Colina) para una dieta balanceada.
La aportación de carbohidratos debe ser mínima, ya que aunque pueden digerir y asimilar azúcares simples, no pueden manejar grandes cargas de glucosa tanto a nivel intestinal como hepático.
Los gatos no tienen un impulso fuerte de beber agua cuando se los compara con otras especies, por lo tanto es imprescindible que ingieran una dieta rica en agua, bien a través de alimento húmedo o disponiendo siempre de una cantidad suficiente de agua fresca y limpia.
Al igual que en los perros, el ritmo de vida del ser humano ha popularizado el uso del alimento seco o pienso como primera alternativa para la alimentación del gato, aunque la comida húmeda es también muy utilizada por su alto contenido en agua y la calidad de sus proteínas.
Al ser la única fuente de obtener nutrientes que va a tener el animal, la elección de un pienso concreto es una de las decisiones más importantes que han de afrontar sus dueños.
Una de las mejores guías para diferenciar la calidad de un alimento u otro es la etiqueta del envase, que por ley debe poner los ingredientes separados por su peso respecto a la total. En el caso de los gatos, no debe haber discusión posible: la proteína animal debe ser el mayor ingrediente por peso, y después las grasas animales. Además, contendrá cantidades recomendadas de Taurina y Vitaminas.

Existen alimentos que pueden ser muy perjudiciales para la salud del gato, incluso en dosis bajas, entre los que se encuentran:

  • Leche: Al contrario que el hombre, a partir del destete el gato carece de lactasa, que es la enzima capaz de digerir la leche. Es por ello que a los gatos adultos les suele sentar mal la leche, en especial la de vaca.
  • Chocolate: contiene teobromina, que causa intoxicación en el organismo del gato y tarda mucho en eliminarse de su cuerpo. El café o el té también tienen estimulantes que no son adecuados para su organismo.
  • Cebollas: Al igual que los ajos, son alimentos con tiosulfato, muy difícil de procesas por el animal y puede provocar anemia y problemas gastrointestinales.
  • Comida para perros: Es un error intentar alimentar a nuestras mascotas de especies distintas de la misma forma. La comida para perros tiene una mayor cantidad de azúcares, además de no tener proteínas animales en tanta concentración. Esto hace que sea un alimento insuficiente para el gato, que a la larga desarrollará problemas de malnutrición.

 

La Salud

La salud de un gato viene determinada por su estilo de vida, el contacto más o menos controlado con el medio fuera del hogar, su alimentación equilibrada y su hidratación, y una correcta gestión de vacunas y antiparasitarios.
Los gatos tienen algunas enfermedades características, y otras asociadas al nuevo estilo de vida que comparten con los humanos, como pueden ser las enfermedades urinarias por falta de hidratación o la obesidad.
Esta última, y todas las patologías que de ella derivan, están aumentando de forma alarmante, en gran parte por una alimentación poco adecuada para el animal.
Enfermedades como el cáncer, o infecciones como el virus de la inmunodeficiencia felina o la leucemia felina suelen ser causas de muerte en ejemplares adultos.
Las bolas de pelo, llamadas técnicamente tricobezoar, consisten en acumulación de pelo muerto mezclado con secreciones y ocasionan vómitos y regurgitaciones. Si con este mecanismo natural no se pueden expulsar, pueden provocar obstrucciones y requerir de cirugía. Es por ello que se recomienda cepillar frecuentemente para eliminar pelo muerto.
Una enfermedad con la que existe mucha sensibilización es la toxoplasmosis, pues puede ser peligrosa para la mujer embarazada por causar malformaciones en el feto. El animal que se infecta es aquel con posibilidades de cazar, y excreta quistes en las heces que son el vehículo de infección ante el contacto de los humanos.
Los parásitos externos que pueden afectar al gato, al igual que otros mamíferos, son pulgas, garrapatas y piojos. En cuanto a los internos, destacan los gusanos helmintos que afectan al aparato digestivo.

 

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